Nadie lo conocÃa como Ernesto Gauna, para todos era Pocho y su apodo “la Pantera” y con él se identificaba para marcar siempre energÃa, vida, picardÃa y alegrÃa para todos los que lo rodearon y para todo su público.
Pocho nació en Recoleta, Capital Federal, pero se crió en la provincia de Córdoba y fue en 1991 con “El hijo de Cuca” que se convirtió en “El rey de la Cumbia”. El cancer de pulmón pudo más que él y se lo llevó finalmente en este martes 1 de noviembre.
“Comencé a cantar a los cinco años en todas las fiestas del colegio. Mi viejo me enseñó a tocar la guitarra dado que él era muy conocido de Eduardo Falú y Margarita Palacios, por ende en mi casa siempre habÃa música. Mi madre fue bailarina del elenco del Chúcaro y también era locutora en Radio Nacional. Asà que cada artista que pasaba por la radio, se hacÃa amigo de mis viejos y todos caÃan en casa. Ahà se armaban unas peñas bárbaras con vino y empanadas. Tengo el recuerdo de mi madre, que como era actriz de comedia, siempre se destacaba en esas fiestas. Ya a los 16 años en Córdoba, comencé a escondidas a cantar en el cabaret Life en las calles Sucre y Colón. Hasta que un dÃa me “cachó” mi viejo y yo le confesé que querÃa ser artista de verdad. El me entendió y me dijo que me bancaba unos meses en Buenos Aires y que después todo dependÃa de mÃ. Y ahà fui”, contaba Pocho y asà reflejó en su momento su vida para un diario de Pergamino.
Cómo haces para reinventarte cada tantos años?
Yo soy un “Guerrero de la Luz”, al igual que todos. Cada vez uno va a prendiendo más y se da cuenta de que sabe menos. Yo no me preocupo por lo que hace el otro, yo siempre me focalizo en la lÃnea que tengo trazada en mi vida y por ahà voy. Yo me busco todo el tiempo y siento como una voz que me indica que tengo que reciclarme todo el tiempo para poder seguir en este rubro y para poder seguir viviendo. Yo le saco el jugo a lo que Dios y la Naturaleza nos ha regalado y es “la razón”. Eso no nos salió un mango y si no lo utilizamos, somos unos giles.
¿Cómo llegó el Evangelio a tu vida?
En el año 94 llegó la palabra de Dios a mi vida. Es más, yo soy tocado por el EspÃritu Santo, que de todos los espÃritus, “es el más groso”. Y llega a mà a través de otro amigo con el cuál estábamos en el mismo “palo” y un dÃa me trajo un “papelito”, que yo creÃa que contenÃa cocaÃna y yo lo leÃ, y habÃa una frase del Evangelio que decÃa algo como “yo soy Jesús, yo soy tu amigo y te quiero”. No sé que me pasó que comencé a llorar y no podÃa parar y desde ese dÃa nunca más me acerqué a la droga.
¿Te sentÃs cómodo tocando la música bailantera?
Mira, yo en realidad vengo del rock. De hecho mi apariencia tiene que ver con eso. Yo soy más Elvis Presley, que Riqui Maravilla. Pero la cumbia me ha dado y me sigue dando de comer. Es más, yo soy conocido gracias a El hijo de Cuca, Me dicen la pantera y varios éxitos más que tienen que ver con la bailanta. Pero tengo muchos amigos rockeros, Charly GarcÃa, Pedro Aznar, Fito y la verdad que mucho no me “calienta” la crÃtica de la prensa. Ellos no me dan de comer. Igual hoy en dÃa ya no estoy para seguir en la carrera de la cumbia. Ya no estoy para esos trotes.
¿Qué opinas de la música que se escucha hoy?
El éxito no se discute. Te puede gustar o no lo que suena, pero un grupo o solista que está en la cresta de la ola, no se puede discutir. Si querés podemos hablar de si es buena o no la música que se oye, pero nadie cuestiona un éxito. Sin ir más lejos, cuando yo estuve número uno por más de dos años, recibÃa muchas crÃticas y muchos elogios, pero yo me llené de guita. A tal punto que un dÃa la persona que me ayudaba con las finanzas, me trajo el extracto de mi cuenta y tenÃa un millón de dólares. No lo podÃa creer. No me habÃa dado cuenta de la cantidad de guita que habÃa hecho hasta ese dÃa.
¿Cómo te resarciste con la vida?
El evangelio me ayudó mucho. Me fui a Australia a estudiar teologÃa, aunque allá me di cuenta que no querÃa dejar todo. Entonces volvà y comencé a predicar la palabra de Dios. Yo sabÃa perfectamente que era un Testimonio en persona. A mà no me importaba nada nadie, hacÃa “bardo” donde iba, me gastaba un montón de guita en “merca” y me agarraba a trompadas con quien fuera. Me peleé con muchos amigos, pero gracias a Dios me desperté y decidà cambiar. Lamentablemente hoy tengo un pasado al que no se lo deseo a nadie, una historia real que hubiese querido cambiar. Aún tengo unos cuantos años por delante de los que quiero aprovechar para sembrar y cosechar nuevos amigos, para vivir en paz con mi mujer y seguir tocando música hasta que me muera en un escenario.