1930, Alemania, el principio del fin. Y allà en el Kit Kat Klub de BerlÃn todo es alegrÃa, sexo, ironÃa y morbo. Las inolvidables canciones de este “Cabaret”, su esplendor y su decadencia, se reflejan hoy en el teatro Liceo de Rivadavia y Paraná donde Alberto NegrÃn supo crear la atmósfera de la época y donde el espectador se presta rápidamente al juego cuando el anfitrión entra en escena.
Mike Amigorena es un impecable Emcee, que se mete el espectáculo en el bolsillo apenas aparece y logra hacer reÃr, conmover y aterrar con sus máscaras.
Claudio Tolcachir formó un equipo compacto en el que Florencia Peña en su Sally Bowles arma el juego dramático entre su deseo de ser una “chica normal” con su noviecito (muy bien Juan Guilera) y seguir en su ley aferrada a su personaje, hasta el final, mientras los nazis siembran el odio a su alrededor.
 Alejandra Perlusky fascina con su presencia en un momento dramático clave en duo con el exacto Her Ludwig de Rodrigo Pereira y Cintia Manzi se destaca entre las bailarinas con su desparpajo, requisito indispensable para los cuadros musicales, como de las “dos chicas”. Del profesionalismo de Graciela Pal poco se puede agregar (cálidamente reconocido a la hora de los aplausos del público).
El vestuario de Renata Schussheim, las coreografÃas de Gustavo Wons, la exacta puesta de luces de Mariano DemarÃa y la dirección musical de Gerardo GardelÃn, suman en todos los sentidos en esta gran apuesta de producción de Gustavo Yankelevich para una comedia musical esencial con éxito asegurado.