“No fue sólo buscar a los protagonistas, fue buscar los rostros de 300 personajes” nos contó Juan Risso, CEO de Casting Club, convocado como director de casting para la serie “El amor después del amor“, la ficción que hoy es noticia no sólo por la emoción colectiva que despertó el relato sobre la vida de Fito Páez, sino, justamente, por la elección de quien representó a cada personaje desde los principales hasta aquellos que el artista quería que fueran reconocibles por ellos mismos, porque todos formaron parte de su historia personal. “Fito estuvo detrás los libros y opinó sobre todo en algunos personajes particulares, como el de Charly”, aclaró Juan y agregó “más opinaba Netflix y la producción de Mandarina”.
“Fueron dos meses y medio de trabajo 24/7“, nos dijo Risso, quien con 15 años dedicado al casting, también despunta su vicio de actor en el Cultural San Martín con “Volcán de Brujas” y en la serie hizo de Daniel Grinbank, representante de Charly García.
“Fue Fito quien finalmente eligió a Ivan Hochman para interpretarlo” comentó y agregó: “llegaron dos actores a la elección final, en cambio sobre el nene (Gaspar Offenhenden), que llegó de la escuela de Nora Moseinco, no hubo dudas”.
Feliz con el resultado de la serie y sobre todo la repercusión de su trabajo, después de 2000 comerciales y muchas búsquedas, Juan nos contó que “armamos un equipo, llamé a Caro Milli como codirectora de casting, y no paramos, convocamos por redes, por mail, hicimos scouting en la calle, fuimos a recitales, de todo para encontrar cada personaje”.
Como bien señaló Damián Canducci, actor e integrante de Casting Club desde hace tres años y antes jefe de casting de Telefe, “El amor después del amor” visibilizó el trabajo de quienes nunca son noticia.
Esos trabajadores silenciosos que son responsables de encontrar a quienes harán creíble una publicidad, una ficción, una película o cualquier otro material audiovisual.
“Soy un resiliente” nos contó Juan, quien en su momento superó un dificil momento de salud y hoy puede disfrutar del reconocimiento para su labor personal y la de su equipo.
Pero él no para, mientras se toma un café, mira a cada persona que pasa y nos dice, “en otro momento, si veía alguien que me interesaba para un casting la enracaba y le pedía datos y una foto, algunos me tomaban por loco, ahora me creen más si me ven con mi hija Olivia, de 13 años, porque lo sigo haciendo”. Lo que se llama, una vocación, hoy convertida en empresa.