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Un ex “Gran Hermano” y el tema de los abusos sexuales en tv

Despues de la detención de Marcelo Corazza y de la triste historia de Lucas Benvenuto, salió ahora a hablar Sebastián Pollastro, un ex “Gran Hermano”

 

Hace un año Sebastián, que trabajó en América en “Emparejados” con Sabrina Rojas y Tucu Lopez, dio una nota a Página 12 donde hablaba del tratamiento de los medios cuando él era “el gay de la Casa” en 2007 y habló de abuso sexual infantil.

¿Cómo te sentías en esa época?
-Tener semejante exposición ante una sociedad que recién empezaba a despertar consciencia sobre muchas cosas fue fuerte. Yo entré a la casa con veinte años, con mi cabeza de pibito criado en Luis Guillón, que es una localidad muy conservadora e híper machista. Ya me interesaba muchísimo la comunicación y hacía mi activismo desde Fotolog, donde planteaba la falta de visibilización de nuestra comunidad, la falta de lugares en los medios de comunicación para personas disidentes y, sobre todo, la ficción que vendían estos medios sobre lo que era ser disidencia. En ese sentido, la idea de participar de un reality era, por un lado, la oportunidad de llevar estos planteos a un plano mayor para que llegasen a más personas. Hasta hoy, muchos chicos me cuentan que pudieron hablar con los padres y decirles que eran gay gracias a mi participación en Gran Hermano.




¿Cómo te sentís hoy?

 

-Con varias horas de terapia y mucho laburo interno. ¡Lo necesitaba! Yo no solo fui de los primeros chicos abiertamente gays hablando en los medios, también hablé de abuso infantil. Imaginate que escuché a conductores diciendo al aire cosas del estilo de “Se ve que tanto no le molestó que lo hayan violado porque se hizo gay”, como si fuera un chiste… ¡Un comunicador, hablando de un joven que había contado un episodio de abuso infantil, revictimizándolo y burlándose de esa forma públicamente! Un precursor de Flavio Azzaro, podría decirse, pero en un contexto mucho más hostil. Después de eso, tuve que empezar a bailar porque no me daban trabajo como actor. La razón era que “había confesado”, como si fuera un pecado. Eso me afectó muchísimo. Hoy realmente me importa poco lo que puedan decir de mí. Pero, bueno, tengo muchas horas de terapia encima, ¡Hagan terapia! Gracias a eso, sigo deconstruyendo lo que edifiqué sobre cómo ser. Me di cuenta de que me habían exigido una hipermasculinización, ¡esos mandatos rancios! 




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