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Como le decían a Alfa en Miami

En este viernes de lluvia, sol y viento fresco, en la Casa de “Gran Hermano” comieron hamburguesas caseras a la parrilla, asadas por Ariel, quien se gano ese premio tras el desafío de no hablar con espejos ni objetos por varios días.
Y a la tardecita hubo cervezas frías y música en el jardín y claro, Alfa estuvo hablando y hablando, para no perder la costumbre.

 

Entre los múltiples temas de los que habló Alfa estuvo su nostalgia por Miami, y le aseguró a Nacho (su amigo de la Casa más querido por estas horas, más allá de Camila) que apenas lleguen a esa ciudad juntos serán noticia.
No será raro que eso pase cuando Walter Santiago salga de la Casa porque vivió en esa ciudad muchos años, tuvo agencia de autos e intentó insertarse en los medios locales.
Oscar Posedente, quien dirige en esa ciudad el Semanario Argentino, escribió una nota que pinta de cuerpo entero a Alfa, a quien llamaban “puchero” porque se la pasaba llorando hablando de sus seres queridos y de Argentina (país al que pasa criticando como la mayoría de quienes emigran enojados con la realidad nacional). Esta es la nota.

Alfa: You did it!

Por Oscar Posedente

Conozco a Alfa (Walter Santiago), desde 2001 cuando abría una agencia de autos en Miami, cuyo nombre era precisamente “ALFA MOTORS”.

Me llamó para hacer publicidad en el Semanario, y a partir de ahí la relación pasó de comercial a personal.

Nuestras hijas compartían el colegio y nosotros una de nuestras pasiones, los medios.

Lo convoqué para participar en nuestros programas de radio, y nos llamaba la atención su audacia para enfrentar algo tan dificil como las cámaras y los micrófonos.

Siempre me proponía notas con famosos, que luego de que mi escepticismo hiciera lo suyo, terminaban siendo realidad. En mi barrio dirían, un caradura lindo, un personaje. Ese tipo de personas que son amigos de todos, y si no lo es porque solo se vieron una vez, él lo siente así, y lo alimenta para que termine en una verdadera relación de amistad.

Le pusimos “puchero” porque su sensibilidad lo hizo quebrarse hasta intentar contener las lágrimas (pucherear) más de una vez, cuando surgía algun tema de conversación relacionado con su hija, su madre, su familia en general, o con Argentina, país que ama.

Alfa: You did it!

Por un whatsapp pocos días antes me avisó, “voy a entrar a Gran Hermano!”, y yo seguí con el escepticismo de siempre, esperando, por cierto, ese golpe de realidad que me demuestre que soy yo el equivocado.




Y así fue. En el segundo tiempo de la vida, cuando mirás el reloj para comenzar a ver si va a haber tiempo suplementario y hacer el golazo sobre el final, Walter, ese Peter Pan que nos mandaba entrevistas realizadas a personajes con un desprolijos audio y planos fuera de los standars de la TV diciendome “animal, si te sirve usalo, y si no borra todo”, aquel que nos hacía reir con sus móviles en vivo desde una expo de motos en Daytona hasta una recorrida por Bariloche para mostrarnos que fue desde Buenos Aires solo para comprar un auto clásico, el “agenciero” que después de una decada volvió de Miami a Argentina sin renegar de esta ciudad, ese pelado de bandana y enterito, metió un golazo. No importa donde llegue en la competencia. Ya convirtió, y cuando salga se va a abrazar con sus compañeros de equipo, espero estar en ese abrazo.

Porque Alfa no es el veinteañero que espera que todo le llegue de arriba y se mete a “huevear” en una casa para hacerse famoso y pegar laburo en los medios. Tampoco es el vago que no abandona la casa de los padres y le cuesta mucho freir una milanesa.

Alfa, hasta el cierre de esta edición, genera en mucha gente fuera de la casa, esa sensación de ser una persona que representa a muchos argentinos. No por sus locuras, ni su look extravagante, sino porque intenta, más allá de alguna frase desafortunada, que las cosas se hagan “como corresponden”. Una cosa es ser jovenes rebeldes y otra muy distinta es creer que la cultura del orden, la responsabilidad con el otro, la honestidad y las obligaciones como ciudadanos, es lo que nos mostraron en los últimos años. Y eso es parte del deterioro cultural y social argentino.

Porque si bien adentro de la casa, cuando le explica a un participante que así no se corta un melón porque es una actitud egoista, lo ven como un “viejo rompe bolas” afuera una gran parte del público, está harto de los que quieren sacar ventajas, los que piensan en sí mismos, los desprolijos, corruptos y maleducados. Y que no necesariamente son políticos.

Me queda la edad para el final. Hablando de culturas, para la oriental, tener muchos años, ser viejo, se convierte en una virtud, muchas veces en un ejemplo de vida y sabiduría. Se lo respeta, se aprende de él. Inclusive pasa en Estados Unidos donde es común ver personas mayores de 70 años trabajando en cadenas o negocios de marca. Pero para la cultura argentina, ser viejo es un adjetivo descalificativo. Entonces cuando no se sabe como atacarte, donde no se tiene la capacidad de debatir con argumentos algo que no gusta, o es diferente a un pensamiento, aparece el “este viejo…”.

Gran Hermano termina en 2023, tendremos oportunidad de analizar más profundamente a medida que pasen el tiempo dentro de la casa y el clima se vuelva más dificil.

Es un experimento humano, digno de analizar fuera del amarillismo de los panelistas de 326 programas que repiten frases de manual las 24 horas en todos los canales.

Somos nosotros puertas adentro.

Con nuestras miserias, nuestras virtudes, nuestros olores.

Gracias a mi amigo, estoy volviendo a ver algo de la tan devastada TV argentina.

Perdón por el esceptisismo de siempre, una vez mas me demostraste que cuando se quiere, se puede.

Como decis vos “venimos para ser felices”, asi que ganes el premio mayor o no, felicitaciones! Abrazo de gol!. You did it!!

 




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