Su hija, Celeste García Satur, informó que su papá, el icónico Rolando Rivas, volvería a presentarse en un escenario el 8 de abril.
Y ahora, Carlos Rottemberg, quien ofreció uno de sus espacios del Multiteatro para el encuentro con el público, adelantó que cambiarán a una sala más grande ante la demanda de entradas por el interés que despertó esta propuesta de escuchar y ver a Claudio García Satur, íntegro a sus 87 años.
📣 Ahora ya agotadas. Ante la venta total de las localidades para la única presentación de Claudio García Satur, Multiteatro ha dispuesto el cambio de sala por la de mayor capacidad del Complejo, a fin de permitir en pocas horas habilitar más entradas a disposición del público. pic.twitter.com/2BGRC8e56Q
— Multiteatro (@multiteatro) March 30, 2025
Gustavo LLadós, de La Nación, habló con García Satur y reveló como será su espectáculo.
-¿Podríamos definir la presentación que hará en el Multiteatro como un espectáculo?
-No, porque un espectáculo es algo que impresiona y yo ya no impresiono a nadie. Nunca impresioné a nadie
-¿No?
-Lo que tenía era juventud y osadía. También en El Rolo y yo voy a ser osado.
-¿Sobre qué hablará?
-Sobre mi barrio, mi pieza, mis viejos; de por qué el “Rolo” existió.
-¿Por qué existió?
-Porque había grandes libros, pero también un actor detrás; por eso voy a contar quién era yo antes de Rolando Rivas.

-¿Por qué le dijo que sí a Rolando Rivas, taxista?
-No tenía ni idea qué iba a escribir Alberto (Migré) hasta que me dio el primer libreto. Lo extraño mucho, era un hombre inteligente, muy culto, abierto y un autor de put… madre. Tenía el conocimiento del varón y de la mujer, de la clase media y de las mesas de lujo.
-Alguna vez, usted comentó que Alberto Migré llegaba a describir en sus didascalias los detalles de la vereda de la casa de los personajes como un modo de contextualizar exhaustivamente.
-Te contaba qué sentían los personajes. Podía decirte, “la pérdida de su compañera ha sido la pérdida de la ilusión de su vida”. Y eso te hacía entender que no se trataba de una mina más. Era un poeta.
-Vuelvo a lo de antes, ¿cuál fue su reacción cuando leyó el primer episodio de Rolando Rivas, taxista?
-”La put… madre, tengo que aprenderme siete páginas de monólogo”.
-Un reacción lógica, pero incompleta.
-Me maravilló lo que había escrito, pero, además, me estaba dando una gran oportunidad. Ya había trabajado con Narciso Ibáñez Menta y tenido un protagónico con él, venía de hacer cuatro años Los Campanelli, con la seguridad de saber que tenía un sueldo todos los meses para poder vivir, y ya me había sentado en la mesa de Mirtha (Legrand) en el año 1969, tres años antes de Rolando Rivas.