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Un año después, “la ley del actor no cumple su cometido”, dice Rottemberg

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Reproducimos un reportaje paralelo entre Luis Alí, representante de la Asociacion Argentina de Actores y Carlos Rottemberg, conocido empresario teatral, sobre la polémica vigente a un año de sancionada “La ley del actor”.
Es interesante leer cada párrafo de las distintas posturas de esta ley no consensuada que subleva a los empresarios y le trae muchos problemas al sector a la hora de generar proyectos con actores.
Esta es la nota de Ambito.com sobre el tema:




“A un año de la puesta en vigencia de la Ley del Actor, que iguala a sus miembros con el resto de los trabajadores (se los reconoce como empleados en relación de dependencia), la norma fue judicializada por la propia Asociación Argentina de Actores por considerar que algunas reglamentaciones eran perjudiciales para los asociados. Los actores reconocen que el sector privado aplica la ley mediante los aportes de rigor, mientras que el Estado todavía sigue realizando contrataciones mediante facturación. Dialogamos con el representante de la AAA, Luis Alí, y con un representante del sector empresario como Carlos Rottemberg, hasta hace un año presidente de AADET (Asociación Argentina de empresarios teatrales). A partir de esta ley, actores y productores rompieron el diálogo cuando históricamente habían trabajado de manera conjunta (por eso las preguntas se formularon de manera separada). En esta nota, el trasfondo del enfrentamiento y las razones por las que ambos sectores apoyan la ley, aunque con severos cuestionamientos.

Periodista.: La ley deterioró la relación con las empresas ¿No fue consensuada entre todos los interesados? ¿Por qué la AAA la judicializó?

Luis Alí: Uno de los artículos que nos perjudica establece que el aporte para la jubilación toma como referencia el valor de la escala mínima de los convenios. Eso fue una salida elegante para aliviar el costo de los empresarios, pero nos afecta porque no incluye aguinaldos o vacaciones, lo que la vuelve inconstitucional. Además debe reconocer nuestro trabajo discontinuo y permitir que se pueda compensar el tiempo trabajado. Se nos debe permitir computar dinero por tiempo de servicio, tal vez trabajamos 3 meses y otros 5 estamos inactivos. Los empresarios estuvieron siempre presentes, tuvieron posibilidades de expresarse. La ley dos veces perdió estado parlamentario y volvió a tratarse, por lo que no es una norma apurada o promulgada “entre gallos y medianoche”. La trabajamos durante mucho tiempo, no tuvimos apoyo político por el lobby empresario, pero cuando entró en el Ministerio fue votada en forma unánime. Patricia Bullrich dijo que era hora de que se legisle para las personas y no para las paredes. Esas expresiones nos emocionaron. Hubo presencia de los empresarios pero era tal la argumentación a favor de los trabajadores que no se opusieron de la forma en que lo hicieron después mediáticamente. Pensaron que no iba a salir, pero ninguna ley que no es discutida a fondo se vota de esta manera.

Carlos Rottemberg: Si hubiese sido consensuada ¿por qué protestaríamos después? Al enterarme de su presentación advertí que esta ley no cumpliría su cometido. Ahora me reconfirma lo que sostuve. Para el teatro era inviable de la manera que se planteó. Imposible de solventar sin topes ante honorarios millonarios de personalidades que de dependientes no tienen ni una letra, e insuficiente para jubilar a la masa de actores como terminó promulgada, donde se pagan aportes y contribuciones iguales por Susana Giménez que por el último interviniente del elenco, quien sufrirá la imposibilidad cierta de acceder a los beneficios. En una visita a la sede de Actores fui recibido por parte de la actual conducción, propuse ir en conjunto ante los funcionarios por la creación de una ley con un costo solventado piramidalmente por quienes más participan de los ingresos teatrales, permitiendo acceder a los beneficios a aquellos actores con menos participación y esporádico trabajo. Una iniciativa que justificase una ley específica que contemple la atipicidad de esta rama artística. La respuesta es que necesitaban una ley que se iguale con las otras ramas (televisión, cine y publicidad). No es así. Por motivos específicos el teatro tiene reglas distintas. Dicho sea de paso, el sueldo básico de TV está en los 44 mil pesos mientras el de teatro está en 24 mil. Hay muchas divergencias pero Actores no aceptó más invitaciones de los empresarios para discutir la ley como fue este año en El Nacional. Me ofrezco a ir a la sede de la AAA en la calle Alsina, solo, para seguir discutiendo, pero nadie lo acepta.

P.: Queda claro entonces que nunca estuvo en contra de que exista una Ley del Actor.

C.R.: Al contrario. Fueron más de treinta años llegando a los funcionarios pidiendo una reglamentación adecuada. Adecuada no es apurada. Tantos años injustificados en espera para apurarla en lanzarla también injustificadamente. Argumentar que el sector teatro se negaba a aceptar una ley es un pretexto que se contradice con intentar hacer creer que tuvimos participación en su redacción, de la que nos enteramos por los medios. El 15 de septiembre de 2015 nos anoticiamos de que se anunciaría la ley sin saber de qué se trataba y escuchando afirmaciones temerarias como que los empresarios “se habían quedado con las contribuciones de los actores”, obviando reconocer que el propio Estado es el mayor contratante de actores y utilizaba (lo sigue haciendo hoy con otro gobierno) idéntico sistema de contratación, como asimismo los propios actores no hacían los aportes como el resto de los trabajadores. Los empresarios teatrales sostuvimos desde antes que los actores merecían una ley específica que les permitiera tener derechos jubilatorios y de Seguridad Social. Recuerdo que ya hace años participé de una reunión en el Ministerio de Trabajo, por entonces a cargo de Patricia Bullrich, solicitándole -mancomunados con la dirigencia de la A.A.A. de entonces- fomentar una Ley del Actor. Ante su respuesta afirmativa le dije bromeando que si lográbamos concretarla le colocaríamos un busto con su rostro en el hall de todos los teatros. No hace falta aclarar que el tallador no tuvo ese trabajo.

P.: Alí, ¿no reclaman que el Estado se adecue a la ley como lo hizo ya el sector privado?

L.A.: Previmos que el Estado demoraría en aplicarla porque tiene otros vericuetos. Con la ley tenemos una herramienta concreta, luego estará la pelea posterior para aplicarla. Falta encuadrar el teatro nacional, provincial y municipal.

C.R.: Al enterarme de la ley, preocupado por el daño que provocaría, le escribí un correo personal a la Presidenta de la AAA, Alejandra Darín, que nunca respondió, copiado a Luis Alí, quien sí lo hizo. También llamé a la ex ministra de Cultura Teresa Parodi, quien con celeridad presidió una reunión con técnicos de AFIP, ANSES, Trabajo y Cultura, junto a las conducciones de las entidades de AADET y ARTEI que nuclean a los teatros. Para sorpresa de todos los presentes fueron esos funcionarios quienes respondieron que “en una gran porción de casos los actores teatrales debían ser autónomos”. Salí de ahí más convencido de que no se conocía a fondo de qué se hablaba.

P.: ¿Equiparan la actividad del actor de teatro a cualquier otra?

C.R.: Alguna vez le escuché decir a Alí o a alguien de Actores que un actor era igual a un empelado metalúrgico. Y yo me pregunto, ante la suspensión de las funciones de “El otro lado de la cama” o la incertidumbre de qué pasará con “El canasto”, donde trabaja Santiago Vázquez, el actor que murió esta semana (hermano de Nicolás, protagonista de “El otro lado..”), ¿alguna metalúrgica cierra porque un operario muere? Es tan distinta esta tarea y depende hasta del estado anímico del actor, que esta fábrica cierra. Una metelúrgica no deja de fabricar bulones porque muera un empleado.

P.: La Ley del Actor, no sólo deterioró la relación con las empresas sino que dividió al propio gremio de actores.

L.A.: Escuché muchas opiniones contrarias a la ley, y entiendo que hay actores que negocian directamente con el empresario que los va a contratar; siempre es un sector presionado, por eso intentamos no involucrarlos, hacemos movilizaciones muy cuidadas porque sino quedan expuestos, sabemos que el trato actor/productor puede ser directo. Pero cuando se legisla o se discuten paritarias se hace para los laburantes actores que no tienen posiblidades de discutir con los productores. Los pocos que puedan negociar directamente con los empresarios los respetamos, pero no es el caso de la gran mayoría. Lo que me molesta es cuando dicen no conozco la ley, no sé qué dice, pero estoy en contra. Explicamos que no causa ningún perjuicio la ley, que no hay pérdida del salario.

C.R.: Muchas veces me guardo de decir todo lo que pienso para quedarme con el buen recuerdo de tantas iniciativas en conjunto, fundamentalmente logradas en tiempos donde había que ser valiente en serio para estar al frente de este tipo de organizaciones. A quienes venimos en actividad desde antes de la dictadura del 76 que no nos vengan a explicar cómo se juega a esto. Soy empresario teatral, pero también ex marido de una actriz que cumplió 50 años en la profesión, sobrino de una actriz que se autogestiona funciones en teatro independiente, tío de una actriz contratada en “Fuerza Bruta”, amigo de un pequeño puñado de actrices y actores con los cuales nos profesamos cariño y respeto,conocido de una gran mayoría de actrices y actores, producto de ejercer el mismo trabajo durante todos los días de los últimos 42 años. Me subleva esta gran puesta en escena en forma sorpresiva para todos. Para eso están los escenarios.

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